viernes, 15 de enero de 2010

Era una intelectuala, muy mala
que se casó con un eunuco, pituco
y tuvieron criaturas, oscuras
que comían camarones, buchones
y jugaban con arañas, urañas.
Una vez se conocieron, dijeron
con unos extraterrestres, rupestres
que tenían dos antenas, apenas
y cantaban decididos, sonidos
parecidos a respingos, de pingos.
Cuando salieron de farra, en barra
consumieron rock'n'rolles, alcoholes
y amburguesas de un tal Ronald, (...) (risas)
hasta que gritó venganza, la panza
y se fueron al retrete, en cuete.
Después de ese sonsonete, de ojete
tomaron bicarbonato, y el flato
interrumpió su relato, un rato.
Unos fueron a la cama, sin drama
y otros de vuelta al espacio, despacio.
Y ahí quedó la intelectuala, mirala
confesando su aventura, a un cura
que la escucha con oreja, de vieja
chimetera comadrona, matrona
mientras sueña con la capa, del Papa.
Masliah

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